Licor Katakí de Villena
El viernes pasado, trás una cena en Alicante, nuestros anfitriones nos sorprendieron abriendo una botella de Licor Katakí. Imagino que la mayoría de vosotros ni siquiera habeis oido hablar de este licor “Super Estomacal”, pero os puedo asegurar que se trata de una auténtica rareza. Y es que la fábrica de licores Ricardo Menor cerró definitivamente en 2016 y las pocas botellas que quedan se han convertido en objeto de deseo tanto para villeneros nostálgicos como para coleccionistas de botellas antiguas. Una búsqueda rápida en internet os dará una idea de lo cotizadas que llegan a estar estas botellas.
El licor Katakí forma parte de la historia reciente de Villena, ciudad alicantina donde Ricardo Menor fundó su fábrica de licores en 1922. En 1928 presentó el Anís Villena, su primera marca comercial, y en 1954 su licor Katakí. Según contaba en una entrevista radiofónica en 2016 Ricardo Menor, nieto del fundador, los primeros nombres pensados por su abuelo para este licor giraban en torno al amor o los besos. Al estar ya registrados nombres como Beso de Novia o Perfecto Amor el licor acabó tomado su nombre de la exclamación tradicional villenera “Cataquí la bajoca”, una locución de esas que quiere decir todo y nada y que sirve para expresar casi cualquier cosa (aunque parece que originalmente tenía un significado algo más picante).
Durante años Katakí fue un acompañante habitual para los festeros y el regalo recurrente que compraban los villeneros que vivían fuera de su ciudad al volver en vacaciones. Pero en 2016 la empresa que lo fabricaba cerró sus puertas definitivamente y ahora es difícil de encontrar, tanto que alguna pastelería que seguía ofreciendo entre sus dulces los Rollos de Katakí anunciaba en verano de 2023 que tenía que dejar de elaborarlos.
Pero imagino que ya tenéis curiosidad por el sabor de Katakí. Pues bien, es un licor denso y muy muy dulce, como corresponde al gusto de la época en que fue creado, con un sabor peculiar, una mezcla de canela, vainilla, higo chumbo y caramelo, a mí me recordó a los caramelos de malvavisco. Es agradable de beber, aunque creo que demasiado azucarado para los paladares actuales. Como siempre es una apreciación particular, aunque en este caso tengo la ventaja de que probablemente ya no vais a poder probarlo, así que a ver quien me lleva la contraria.
No quiero despedirme sin dar las gracias a Andrea y Carlos por abrir una de las últimas botellas que quedan de licor Katakí y darnos la oportunidad, seguramente única, de probarlo.