El hombre del sombrero verde
George Cassiday, the man on a green hat, fue el principal proveedor de alcohol en el Congreso de Estados Unidos durante los años de la Prohibición. Aunque nunca publicó los nombres de sus clientes él mismo estimaba que alrededor de las dos terceras partes de los miembros del Congreso lo fueron. En 1930, trás su segunda detención, publicó una serie de seis artículos en el Washington Post en los que contaba su historia.
Cassiday nació en 1892 en Wheeling, West Virginia. En 1919, mientras se aprobaba la 18 Enmienda, Cassiday estaba combatiendo en Francia con su regimiento de tanques. A su vuelta no pudo volver a su trabajo anterior en los Ferrocarriles de Pennsylvania y pasó a ser uno de los muchos veteranos de guerra desempleados, así que cuando se presentó la oportunidad de comenzar su carrera como contrabandista Cassiday no la podía dejar pasar. Esto sucedió en verano de 1920 cuando Cassiday se encontró con un amigo en el vestíbulo del Hotel Varnum en Washington y le presentó a dos congresistas de un estado del sur que le preguntaron si podría conseguirles alcohol, su primera entrega en el Capitolio y sus dos primeros clientes, y eso que los dos habían votado a favor de la Prohibición.
Poco a poco su negocio fue aumentando y pronto llegó a hacer alrededor de 25 entregas diarias, incluso llegó a tener un espacio dentro del Cannon House Office Building del Congreso y la policía del Capitolio le permitía libre acceso a cualquier hora. De vez en cuando le confiscaban algo de alcohol pero el negocio marchaba viento en popa hasta 1925, cuando le detuvieron por primera vez al entrar al Congreso con botellas de alcohol en su maletín y llevando puesto el sombrero de fieltro verde que le daría su apodo. A partir de ese momento se le prohibió el acceso a la Cámara de Representantes, aunque eso no terminó con su fructífera actividad, simplemente se trasladó al edificio del Senado.
Cassiday decía que los senadores eran mucho más cuidadosos que los representantes (En Estados Unidos el Congreso lo componen dos cámaras, el Senado y la Cámara de Representantes), incluso cuenta como uno de sus clientes guardaba las botellas en una estantería junto a las actas del Congreso y de vez en cuando llamaba a “su bibliotecario” para solicitar material de lectura nuevo. Pero en 1929 fue detenido por segunda vez y condenado a prisión y, aunque cuentan que no durmió ni un sólo día en la cárcel, en esta ocasión supuso el fin de su negocio. Por cierto, al detener a Cassiday le confiscaron su libreta de clientes de la que nunca más se supo.
Durante los años siguientes Cassiday trabajó en una fábrica de calzado y en varios hoteles de Washington. Murió en 1967 con 74 años.
Un personaje fascinante, sin duda, y ojo, porque parece cosa del pasado pero un siglo después hemos conocido casos de “conseguidores” en nuestro Congreso que hacen que las actividades de Casidday parezcan poco más que un juego de niños.